La Asociación Zamorana de Amigos de la Ópera (AZAO) organizó un concierto lírico en el átrio del seminario San Atilano el sábado pasado.
Con ayuda del Ayuntamiento y del Seminario se programó ópera y zarzuela para cuatro cantantes:
- la magnífica soprano zamorana Conchi Moyano que siempre colabora con nuestra asociación;
- la mezzosoprano Belén Elvira, la canaria que canta como tal, pero en un tono más bajo...;
- Sergi Giménez Carreras, sobrino del gran tenor y consagrado cantante con el mismo oficio que el tío, y
- nuestro Luis Santana, barítono de pro y Presidente de la Asociación (AZAO) que tantas satisfacciones nos ha dado a la afición zamorana;
y un pianista:
- Juan Antonio Álvarez Parejo, especializado en esta música de acompañamiento, tan difícil, que ha tocado para las y los mejores.
Como podéis observar el programa es del gusto general. Hay de todo. Lo que más suena. El gozo estaba asegurado.
Al asomarnos desde el claustro al atrio del seminario nos sorprendió la magnitud del aforo. Había multitud de sillas perfectamente ordenadas. Claro que las colas en la calle eran importantes.
Los asociados, con nuestra invitación, no teníamos que hacer cola. La cosa comenzaba bien. Además, ya en el patio de butacas me agradó el detalle que tuvieron con los asociados: las primeras filas estaban reservadas para los miembros de la Asociación Zamorana de Amigos de la Ópera (AZAO), ¡que para eso pagamos!.
La siguiente sonrisa nos brotó cuando caímos en la cuenta de los cientos de velas encendidas que adornaban los ventanales del claustro, perfectamente alineadas y encendidas. ¡Cuántas molestias se han tomado mis compañeras de la directiva para engalanar el improvisado auditorio! Gracias. Nosotros traíamos las nuestras.
Entre bambalinas observábamos, mientras esperábamos el comienzo, algunos vestidos de grandes vuelos y brillos. Eran los músicos que intercambiaban los últimos comentarios relativos al espectáculo, supongo.
También pudimos ver caer, esta vez con desagrado, las primeras gotas de lluvia contra los focos de iluminación... y comenzaron a abrirse los paraguas. No se desanimó el público. Los que no habían traído paraguas soportaron el suave chaparrón como valientes (así podíamos ver al presidente del Nazareno con su acompañante).
Los encargados del piano raudos taparon con tres fundas el carísimo (caro y querido) instrumento.
Los organizadores, creo yo, estarían dilucidando con los cantantes si salir o no salir, si suspender o no suspender.
Debieron decidir esto último porque se presentó el cuarteto en el escenario y tras ellos el pianista, decididos a actuar. Los encargados del piano levantaron la primera tapa y con una manta que cubría a piano y a pianista comenzó el espectáculo. Entre paraguas entreveíamos a los cantantes desarrollar una pieza que para ellos debía ser la última, pues no tenía sentido continuar la gala en aquellas condiciones, ni para los artistas ni para el público.
Ante la gran ovación que obtuvo el cuarteto se animaron Santana y Carreras con un dúo recibido con gran algarabía. A estas alturas estaba dejando de llover. Los paraguas comenzaron a cerrarse como por contagio hasta no quedar ni uno abierto. Muchas velas se habían apagado pero para compensarlo encendimos las que traíamos de casa. La verdad es que luchamos contra el viento toda la noche para mantenerlas encendidas.
El programa se cantó completo con gran regocijo de los asistentes que aplaudimos a rabiar a tan generosos artistas y a tan esforzada organización. Por supuesto, hubo propinas.
Un gran concierto que nos hizo pasar una noche apasionante.
¡Qué grande es la ópera!
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