Somos Charo y Kike. Nos gusta dedicar el tiempo libre a conocer otros lugares. Nuevos paisajes, nuevo patrimonio artístico y natural, nuevas costumbres...


Zamora está plagada de lugares maravillosos a los que puedes acudir un sábado o un domingo por la mañana, pasar allí un día maravilloso y regresar a casa a cenar. También puedes alojarte en multitud de lugares interesantes y de muy variados precios para prolongar tu visita.


Pasear por la rivera de Gamones entre las flores de primavera. Hacerte unas fotos en Peñaredonda. Navegar en piragua por debajo del viaducto de Palacios. Sorprenderte con la arquitectura de Santa Cruz de los Cuérragos. Merendar a la orilla del Tera. Contemplar vestigios prerromanos, romanos, visigodos, árabes, románicos por supuesto y también modernismo.


Nos apetece movernos en nuestro entorno natural (envidiable) y arquitectónico, arqueológico, ver nuestros museos, nuestras fiestas y costumbres, pero verlo sin gastar mucho dinero. Nuestro coche siempre transporta mesa y sillas de campo y casi siempre nos acompaña la nevera azul. En ella ricos manjares nativos (tortilla, chorizo, croquetas...) nos acompañan a los "restaurantes" más sofisticados que la provincia de Zamora nos ofrece por doquier: un castro vetón, un acantilado volado por los buitres, un prado sembrado de flores, una plataforma extractora de agua... son comedores de lujo que hemos podido disfrutar durante años, y son gratis.


Si fuéramos ricos seguramente haríamos turismo de otras maneras, pero como no lo somos lo hacemos con pocos medios: los ojos bien abiertos, la mente de par en par, no dejar ni rastro de nosotros mismos (nos hacemos cargo de nuestra propia basura siempre, aunque haya papeleras), llevarnos sólo fotografías y recuerdos, y una buena merienda.

sábado, 24 de agosto de 2013

Jarandilla de la Vera, Yuste y Carlos V.

Jarandilla de la Vera.



Antes de visitar Jarandilla y el monasterio de Yuste nos aseguramos de reponer fuerzas. El lugar, con sólo su contemplación, nos hubiera aportado las calorías necesarias, pero aún así comimos los suculentos manjares que llevabamos.


Garganta en Jarandilla
Después registramos en nuestra agenda de tareas pendientes la piscina natural a la que en otro momento volveremos a calmar el calor.
Piscina natural.
Jarandilla está presidida por el poderoso castillo de los condes de Oropesa, actualmente parador de turismo. Nuestra visita coincidió con un mercadillo medieval montado bajo sus murallas. Del otro lado el gran parque con estanque y al fondo, a lo lejos, las montañas nevadas que nos permiten comprender porqué hay agua y fuentes por todas partes.
Castillo palacio de los condes de Oropesa, amigos de Carlos V. Jarandilla de la Vera. Cáceres


Claustro del palacio de los condes de Oropesa. Jarandilla de la Vera.

El claustro del castillo palacio, que alojó a Carlos V, mientras construían sus alojamientos en el monasterio de Yuste, es agradable lugar para tomarse un café con una tranquila conversación, o no tan tranquila. 

Desde este lugar el César marchó a Yuste, al lado de Cuacos de la Vera, con su reducida y austera corte, con su dolorido cuerpo lacerado por la gota y una tremenda vida de dirigente de dirigentes, de militar, de científico y estudioso de lo oculto, de arrepentido y de delirante religiosidad; razones todas ellas que le llevaron a abdicar en su hijo Felipe II tres años antes de su muerte. 

Homenaje a Carlos I de España y V de Alemania, en Cuacos.

Claustro del monasterio de Yuste.

Entre aquellas humildes, monásticas paredes murió rodeado de sus cuadros llenos de detalles esotéricos que buscaban allanar el camino de la eternidad, como “La gloria” de Tiziano, en la que el emperador, el rey de reyes, el césar, se contemplaba a sí mismo ante la santísima trinidad, próximo a alcanzar la gloria, tan humilde con su familia ante dios, el hombre que dominó al mundo entero. 
"La Gloria" Tiziano.
Allí mismo, bajo aquellas adustas habitaciones construyeron su cripta, con salida al claustro para facilitar las visitas a la sepultura. El sepulcro, como todo el palacete, estaba pensado por el propio Carlos V. 

Vivienda de Carlos V. Modesto edificio adosado a la iglesia.

Terraza de la vivienda del emperador.

Jardines de la vivienda de Carlos V.

El sencillo lugar de su última morada en la tierra estaba debajo del altar mayor de la iglesia del convento. Justo medio cuerpo debía quedar bajo el altar y otro medio, las piernas, fuera. Era tan supersticioso como todos los hombres del momento. 
Pero su hijo Felipe no le dejó descansar allí, se llevó el cuerpo incorrupto junto con el cuadro de “La Gloria” al recién terminado Escorial, al panteón de reyes.
Tres años sacrificó de su reinado para cultivar su último tránsito: su propia muerte y resurrección. Cuentan que hizo a su corte, unas 50 personas de su servicio personal, representar las exequias, participando el propio Carlos en las mismas como protagonista, haciendo el papel del muerto. Tan grande era su obsesión por la salvación, ¿tan grandes creía sus pecados?

A un par de kilómetros de Yuste, por la carretera de Cuacos, te encuentras con una cosa extraña, esotérica, morbosa, política y digna de verse: el cementerio de solados alemanes caídos en nuestra maldita guerra civil.

Entrada del cementerio alemán.
La embajada alemana eligió este lugar para reunión a todos los saldados alemanes dispersos por los cementerios españoles. ¿Cuál es el mensaje, si es que lo hay, y seguro que lo hay? A mi me dice lo siguiente: "Aquí ponemos los restos de los soldados alemanes que murieron por su ideal fascista en España al lado del emperador Carlos V de Alemania, el germano más poderoso del mundo, el alemán que conquistó un imperio tan grande que en sus dominios no se ponía el sol".

Orden asalvajado o selva ordenada.

Yo contestaría al embajador: "Sí, vuestro Carlos conquistó el mundo, pero con soldados españoles. Cuando Hitler lo intentó de nuevo pero con soldados alemanes, fracasó". Chorradas aparte merece la pena la visita. El lugar es fresco y agradable, salvaje y ordenado a la vez, o sea, hispanogermano.


P.D.: Yuste es un monumento insustituible por su importancia histórica... pero yo siempre llevo conmigo otro monumento:
Carlos V cambió la historia del mundo. Ella cambió la mía.